lunes, 10 de junio de 2013

Tu llegada, una auténtica delicia para mí

Y...¡por fin llegaste!... y yo que siempre había dicho que los bebés recién nacidos no sois bonitos, me pareciste precioso. Y lloré cuando te cogí con mis dos manos y saliste de mí, entonces sólo atiné a decirte ¡¡mi bebote!! una y otra vez.
Viví nuestro parto muy intensamente, saboreando cada minuto, cada segundo. Dolía, vaya que si dolía, pero sabía que pronto estarías con nosotros.
No tuve contracciones rítmicas, eran dolorosas desde el día anterior, pero esperaba una dinámica que nunca llegó. Salí a pasear para distraerme, y cuando ya no pude más, fuimos al hospital. Llegué dilatada de 5 y entonces pedí la epidural.  Alivió mi dolor y me permitió escribir a mis amigas para decirles que estabas en camino. Mis maravillosas taradas siempre acompañándome, agradecida es poco.
En tres horas sentí la necesidad de empujar, la epidural había hecho el efecto justo para notar lo que estaba pasando en mi cuerpo sin morir de dolor.
Empujé varias veces y ví asomar tu pelo, la matrona me animaba a que lo hiciera con más fuerza porque te resistías a salir. Tu padre me acariciaba mientras me decía lo bien que lo estaba haciendo. Un poco más, que ya está aquí, oía de fondo mientras concentraba todas mis energías.
Llegaste a este mundo el día 19 de Mayo a las 3:15 de la madrugada, te costó salir porque pesaste 4,280 kg y mediste 53 cm.
Te tenía encima de mí, desnudos los dos, con ese olor tan característico y puro cuando te enganchaste por primera vez al pecho. Mi asignatura pendiente. Pero, esta vez confío en mí y confío sobre todo en tí, formamos un equipo, somos dos en uno, y se que lo conseguiremos. ¡¡a cabezona no me gana nadie!!
Ethan, has venido a completarme como persona, a multiplicar mi felicidad, a enamorarme, a corregir mis anteriores errores. Me has dado la oportunidad de volverme a sentir especial.